El Estado y los hombres

Comparte este artículo:

A principios del siglo XX, Simone de Beauvoir escribió que “el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”, y no podía estar tan vigente. Las mujeres están tomando los espacios y debates públicos para reclamar justicia, seguridad, derechos, y exigir que nuestra sociedad elimine uno de sus grandes  comportamientos asesinos: el machismo. Ellas salieron a las calles a dibujar la verdad; salieron al tenor de las 114 menores de edad asesinadas en México. Gritaron y corearon al tono de las mil 119 mujeres que perdieron la vida a manos de la violencia machista, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad y Protección Ciudadana.

Las mujeres salieron y harán un paro porque en nuestro país, 10 mujeres son asesinadas diariamente, según datos del SESNSP y el INEGI. Salieron en honor a las que ya no están, y por las que quieren que estén, salieron por aquellas que vienen. Salieron, porque en los últimos cuatro años el feminicidio aumentó en un 97 por ciento. Gritaron y consignaron porque en nuestro país, el simple hecho de ser mujer, es mortífero. Salieron por la impunidad que las acalla, que las ata, que las victimiza una y otra vez. Salieron para denunciar y decir ya basta. Salieron porque las que están, el 66% ha sufre agresión física, el 34% violencia emocional y sexual el 41.3%, de acuerdo a la ENDIREH. Las mujeres en México tuvieron que salir, porque como escribe Denise Dresser:  “porque a las mujeres en mi país las están matando, violentando, violando, humillando, ignorando. Su dolor, que es el nuestro, merece ser reconocido y dignificado. Y  en esta tragedia mexicana, existen dos sujetos obligados: los hombres y el Estado. 

El primero por su obligación intrínseca de prevenir, investigar, atender y sancionar esta violencia sistemática y dolosamente naturalizada por las autoridades ante casos de violencia contra la mujer. Al Estado Mexicano le toca responder ante un panorama oscuro y sombrío y violento y que calla ante la violencia feminicida. Pero también nos toca a los hombres; he aquí el punto más importante. Todos los hombres somos, en menor o mayor medida, culpables de lo está pasando en México. Porque ellas no tendrían que salir a marchar, gritar, protestar y parar, si sus maestros no las acosaran, si sus parejas no las violentaran y golpearan, si sus amigos y conocidos no las humillaran, si las autoridades no las ignoraran, si la sociedad no las juzgara. 

Porque a nosotros nos toca callar, escuchar y transformar esos patrones que matan y lastiman y violan y humillan a tantas miles y millones de mujeres en México. Nos toca eliminar las masculinidades tóxicas y violentas. Masculinidades que permitan una sociedad segura y justa para ellas. Eliminar todo rastro de comportamientos estereotipados de supremacía masculina de dominio y control, que sean tanto sutiles como extremos y que llegan a violencias. Nos toca eliminar la violencia de género, pero también la homofobia y transfobia, y ver qué existen otras formas de ser hombre en México, formas que no maten, formas que permitan una igualdad sustantiva, porque no se trata de hombres justos, sino de hombres distintos. Nos toca fomentar y educar una visión de responsabilidades familiares compartidas y de nuevos paradigmas sociales. 

 Yo escribo y vivo desde el horrible privilegio de ser hombre en México, pero hablo desde la necesidad de reformar a los hombres y sobre todo, a mí mismo. Ojalá y estemos viviendo un nuevo capítulo en nuestra vida pública; ojalá y el movimiento feminista logre transformar profundamente la sociedad mexicana. La empatía y el diálogo serán fundamentales en los próximos días y debates. ¡Se va a caer! ¡Sí se va caer! Y tendremos que construir algo nuevo.

No quieren rosas

Comparte este artículo:

Es que sí da coraje, oigan.

Cada 8 de marzo muchas mujeres y muchos hombres vemos con una mezcla de coraje e impotencia cómo se desvirtúa el Día Internacional de las Mujeres.

Sé que muchas personas lo hacen desde la comodidad de la ignorancia y sin un gramo de malicia, y felicitan a diestra y siniestra a las mujeres: ese día les dan rosas y chocolates y no faltan los padres, tíos o abuelos que comparten mensajes de lo “chulas, hermosas y bellas que son las mujeres”, esos que dicen que son “bellas como las rosas, la cosa más bella que inventó el hombre”, y sobran las mamás, tías y abuelas que comparten mensajes de este día “para celebrar que la mujer es madre y esposa y ese no es trabajo fácil”. Vaya, sabemos que muchas y muchos no lo hacen en mala onda, pero no por eso deja de ser algo que debe de cambiar.




Lo último que muere es la esperanza, y tenemos que seguir hablando de este día, de su importancia, de lo que se conmemora, de lo que nos tiene luchando, de lo que se ha logrado y de lo que falta por lograr. Nunca sabes quién te va a leer, nunca sabes quién te va a escuchar, nunca sabes quién va a aprender algo nuevo… Por eso hay que seguir hablando, con todos los que se pueda, con todos los que se dejen.

Emma Watson tiene senos, y el mundo parece no estar de acuerdo en cómo los usa. Emma ha hecho con su voz lo mejor que se puede hacer cuando se tiene una: prestarla para algo más grande. Y es más común escucharla hablando de los derechos de las mujeres, de educación, del medio ambiente o del derecho a decidir, que hablando de ella. Es feminista y es fantástica. Y ser feminista y fantástica es una forma muy efectiva para hacerse de enemigos.

A los más conservadores no les cae nada bien. Me imagino que les aterra ver a una persona con una influencia abrumadora en niñas y jóvenes (y en un vasto colectivo de hombres que la admiran), hablar acertadamente de los derechos de las mujeres, del aborto, del feminismo… Pero a Emma se le ocurrió hacer una sesión de fotos para una revista enseñando una buena parte de sus senos y hombres y mujeres comenzaron a atacarla, a preguntarse a dónde se fue su feminismo.

Su feminismo sigue exactamente donde siempre ha estado.

Y el 8 de marzo es un buen día para decirle y recordarles a hombres y mujeres, que las mujeres son dueñas absolutas de su cuerpo. Un día como ese es el día perfecto para informarse, educarse y sumarse a la lucha por acabar con las estructuras de poder y las normas sociales que restringen, limitan, reducen o pretenden dictar lo que las mujeres pueden o deben ser o hacer.

Se puede decir que todos crecimos en familias machistas, no vivimos en una generación en la que pueda decirse a la ligera que nuestra familia no lo es o lo fue; eso sería, muy seguramente, una tremenda falsedad. Así que todos tenemos una lucha que librar, cuestionarnos a nosotros mismos y cuestionar a otros, educarnos a nosotros mismos y educar a otros. Con perseverancia y algo de suerte las cosas van a cambiar. Y empezar a cambiarlas en nuestras familias es de lo más efectivo que podríamos hacer.

Ellas se merecen un mundo mejor, todos nos merecemos un mundo mejor. Porque en el mundo de hoy, 1 de 3 mujeres sufrirá un acto de violencia física o sexual durante su vida (ONU, OMS) y en México, el 47% de las mujeres ha sufrido ya algún tipo de violencia (ENDIREH, INEGI 2011).




Queremos pensar que el problema no es tan grande, que no somos un país de África o del Medio Oriente, pero la violencia contra las mujeres desde hace mucho ha encontrado tierra fértil en nuestro estado. Los datos más confiables (del Sistema Nacional de Seguridad Pública) indican que en Chihuahua en el 2012 y 2013 se cometieron más de 1,627 violaciones sexuales; ahora toma un momento y vuelve a hacer números reflexionando que por cada caso denunciado hay uno más que no se denuncia por las consecuencias de estigma y culpabilidad que las autoridades y la sociedad imponen sobre las víctimas. “La violaron por andar con sus falditas“, “es que una tiene que darse a respetar”, expresiones como esas, muy a menudo hechas por mujeres, pegan en el alma.

Durante esos mismos años, en nuestro estado se documentaron 3,892 casos de homicidios a mujeres, y sólo 611 fueron investigados bajo los protocolos de un feminicidio, y apenas el 4% de los casos investigados llegó a una condena -que bien pudo ser absolutoria (OCNF, INMUJERES 2014). Durante los años 2013 y 2014, seis mujeres eran asesinadas en Chihuahua diariamente.

Esa es la violencia que nos las arrebata, la que las desaparece, la que las mata.

Pero hay muchos tipos de violencia y aquella que se construye en la inequidad, no es menos grave.
A nivel mundial, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de estar desempleadas, la tasa de desempleo de los hombres es de 5.5% y de 6.2% para las mujeres (ILO 2016), lo ridículo es que sean más propensas al desempleo cuando a nivel mundial hay más mujeres que hombres que se gradúan de estudios de educación superior.

Y para las que trabajan la cosa está igual de mal (“ya párale Loui, puras malas noticias”), porque la brecha salarial entre hombres y mujeres a nivel mundial continúa en un promedio del 23% (ILO 2016). Es decir que las mujeres ganan el 77% de lo que gana un hombre en el mismo puesto sólo por el hecho de ser mujer. Los estudios indican que, si las tendencias actuales se mantienen, nos tomará 70 años corregir y eliminar esta brecha de salarios… Y eso es inaceptable.




Este año puedes hacer el compromiso de hacer pequeñas grandes acciones para sumarte a esta lucha, no sólo el 8 de marzo, sino para siempre. Sólo son algunas y me las robé del sitio: internationalwomensday.com

– Cuestiona paneles o grupos formados por puros hombres
– Haz notar cuando se está usando lenguaje excluyente
– Desafía los estereotipos
– Alza la voz cuando se excluye a las mujeres
– Monitorea la brecha salarial entre hombres y mujeres
– Educa a los jóvenes sobre relaciones positivas
– Confronta a aquellos que justifican a violadores y culpan a las víctimas
– Dona a grupos luchando contra la violencia sexual
– Siempre denuncia actos de violencia
– Apoya campañas para prevenir la violencia
– Reconoce y corrige cuando hay situaciones de control o coerción

Es agotador. No nos queda más que admirar a aquellas y aquellos que dedican 20,000 horas de su día a esta batalla. Todas esas personas que trabajan por los derechos de las mujeres no sólo el 8 de marzo, sino cada día de su vida. Pero todas y todos podemos hacer pequeñas cosas que hagan de esta lucha una que se puede ganar.

No quieren rosas, ni chocolates. Quieren respeto, libertad, igualdad, derecho a decidir, maternidad saludable, empleo digno, paga equitativa, seguridad… Y como Emma, que entiendas, que entendamos que son dueñas de su cuerpo y pueden enseñar o no los senos, cuando les dé la gana.

______________________________

– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”