La maldad entre nosotros

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El tema de la inseguridad para nada es nuevo en nuestro país y la crisis social es producto de esta. Sin embargo, la opinión pública siempre mira con distancia el tema como si fuera algo externo.

He aquí, el problema central del conflicto, los sicarios, los asesinos y toda clase de personaje dentro del crimen organizado fue nacido y criado dentro de nuestra sociedad.

La sociedad mexicana sigue sin afrontar el costo social de tener estos hombres y mujeres que por alguna razón han tomado el camino del narco.

El crimen organizado vive y se recrea dentro de nuestra sociedad sin que se reconozca como tal. En el caso particular de Monterrey y de tantas ciudades, el tema se aborda con reservas, los medios de comunicación temen al tema.

Ejemplos como llamarles “malitos” y no llamarles por su nombre, ya sea Zetas o Cartel del Golfo y la terrible insensibilidad cuando en la televisión se habla de ejecutados como si fueran un número más.

 




La sociedad mexicana cree y quiere seguir pensando que los sicarios son extranjeros o extraterrestres, no quiere asumir que el sicario de mañana es quizás el pequeño vecino, el hijo del compadre o nuestro propio hijo.

En el libro En la niebla de la guerra del Dr. Andreas Schedler se explica cómo la ciudadanía enfrenta al crimen organizado y como lo vive. En el texto se muestran datos de la Encuesta Nacional de Violencia Organizada que reflejan de manera muy viva la percepción ciudadana de esto que comento.

Los tres actores fundamentales del problema que son los asesinos, las víctimas y el Estado son vistos con distancia, reserva y hasta desdén. No hay solidaridad ciudadana porque el Estado se percibe como corrupto, como un agente de actos criminales que no nos ayuda ni nos ayudará y como cómplice directo de la “maldad”.

De igual modo, al asesino se le condena sin matiz, se le acusa incluso sin probar el o los homicidios a imputar y el mismo miedo al tema hace que la investigación no perdure haciendo que muchos homicidios más pudiesen quedarse sin aclarar o que células del crimen continúen operando.

 




De esta manera, el ciudadano está atrapado por el Estado y los criminales viviendo una incertidumbre y una agonía sin saber que pasará.

Las victimas también sufren de esta indiferencia al ser acusados de formar parte del mundo criminal. La condena implícita ahí está, alimentando más a la indiferencia que a la solidaridad social. El tristísimo “Estaban metidos” o “En algo andaban” ejemplifica ese desdén.

El Dr Schedler sostiene que esta indiferencia se refleja en el bajo apoyo social a las manifestaciones de las víctimas. En Monterrey, es clara y contundente dicha indiferencia y se ve en el poco aforo que han tenido las marchas del tema de Ayotzinapa o los miles de desaparecidos en el Estado.

La sociedad sigue esperando que alguien resuelva al crimen, sin fijarse que el enemigo está en casa. La angustia de vivir con la zozobra de esperar que no te toque.

Lo dicho, dicho está.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”