LA PARADOJA DE LA TOLERANCIA

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Más que un insulto, se trató de una mirada condescendiente que mezcló pobreza, raza, e ignorancia. En una cena en casa, uno de los invitados se refirió despectivamente hacia los africanos. El comentario no duró cinco segundos, pero fue suficiente para que decidiera, en ese momento, que esa persona no volvería, pues no abalaría ni aprobaría, ni siendo ni dejando ser, el racismo en cualquiera de sus formas.

La decisión la tomé allá por 2002, y me hizo descubrir lo que luego llamé la “Paradoja de la Tolerancia”: la mejor forma de contribuir a la construcción de un mundo más tolerante, es denunciando pública y enérgicamente a los intolerantes, entre ellos, por supuesto, a los racistas.

Que no se malentienda: mi lucha es por un mundo más tolerante, y si existiera otra forma de contribuir activamente a ese ideal, la promovería. Hoy, retomo este tema en el contexto de la discusión sobre la familia diversa en México, y lo hago en dos partes: primero recuerdo algunos de los hechos que han acontecido recientemente al respecto; luego, golpeo en el Talón de Aquiles del movimiento.  

Los hechos

El 17 de mayo de 2016, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, propuso una iniciativa federal conocida como de “matrimonio sin discriminación”. La misma busca modificar el primer párrafo del artículo 4 de la constitución, para garantizar que cualquier persona mayor de 18 años, residente en México, pueda casarse sin ser discriminada por cuestiones étnicas, de género, de discapacidad, por su condición social, su salud, su religión, o sus preferencias sexuales, entre otros.

También propuso un decreto para reformar el Código Civil Federal para asegurar el “matrimonio igualitario”. Algo de Pink Washing Político – estrategia marketing que consiste en mostrarse gay-friendly para ganar simpatía ante la opinión pública y desviar así la atención sobre otros problemas – hay en las iniciativas, pero igual, existen criterios jurídicos que obligan al gobierno a moverse en esa dirección.

 Por un lado, es innegable que existe discriminación entre los gays residentes en los estados en donde sí se reconoce el matrimonio igualitario (Campeche, Chihuahua, Coahuila de Zaragoza, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, y Quintana Roo), y en los que no.

México es una federación, y cada Estado posee un código civil que regula la cuestión del matrimonio. Pero el acceso a los derechos no puede ni debe variar en función del Estado de residencia. ¿Qué sucede con las parejas legalmente casadas en un Estado que se mudan a uno en donde su matrimonio no es válido?

Por el otro, la Resolución de Jurisprudencia 43 2015 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (12/06/2015) señala que no es idóneo, en términos constitucionales, defender que la finalidad del matrimonio es la procreación.

Es entonces imposible vincular los requisitos del mismo a las preferencias sexuales, pues se excluyen injustificadamente del acceso al matrimonio (con ello se discrimina) a los gays. En los principios de igualdad ante la ley de las que se inspiran las sociedades modernas, la discriminación basada en la orientación sexual está prohibida.

Por lo tanto, ningún juez en México, incluso en un Estado en donde no se permite el matrimonio igualitario, puede negar ese derecho. En ambos casos, la acción del gobierno federal es pertinente y necesaria, y la misma deberá ser discutida en el congreso mexicano en un futuro cercano.

Ahora bien, a fines de agosto de 2016, la “Coordinadora Nacional Pro Familia” anunció que el movimiento mexicano contra el matrimonio gay, aglutinaba 250,000 firmas. Se advierte que la inclusión de la “ideología” de género en la educación de los niños y adolescentes, y la inclusión de México en la lista de países que desean promover esa “ideología” a nivel mundial, genera problemas.

Marcial Padilla, Director de la Asociación Conciencia y Participación, señaló que “la ideología de género es una forma de oponerse a la biología, donde el género de una persona se describe como un hombre o una mujer, sin embargo, con la nueva ideología se establece que los seres humanos son una entidad psíquica y pensante”.

Indica el movimiento que la sociedad debe saber que el gobierno federal planea entregar a niños en adopción a parejas del mismo sexo, incorporar el divorcio exprés, eliminar los exámenes prenupciales, y permitir el cambio legal de sexo a cualquier ciudadano.

Los que defendieron las manifestaciones adujeron que no se trataba de una actitud homofóbica, sino que defendían el derecho de los padres a educar a sus hijos y a incidir sobre el contenido de los libros de texto educativos. Al fin y al cabo, México es una democracia; el respeto a la diversidad, que tanto defienden los gays, debe ser una actitud que va en ambas direcciones, pues existe libertad de pensamiento.  

El pensamiento

Antes de continuar, desearía aclarar que “género” no es una ideología, sino un campo de estudios interdisciplinario académico-científico, compuesto por diversas corrientes teóricas, en donde se incluye, en efecto, estudios LGBT y, a veces, la sexualidad, pero en donde también se desarrollan estudios feministas y sobre masculinidad. No se necesita un PhD. para saber esto: esta definición viene de Wikipedia y la obtuve googleando “teoría de género”.

Existe, además, una serie de resoluciones internacionales y de documentos para proteger a la comunidad LGBT, porque se le vulneran una serie de derechos humanos, entre los que se encuentra, precisamente, la discriminación en relación al acceso de servicios básicos como la vivienda y la asistencia sanitaria. Cualquier intento del Gobierno Federal por cambiar el artículo cuarto de la constitución, para adecuarlo a las normas internacionales en la materia, no es mera coincidencia, como se verá más adelante.

A nivel internacional, se acepta hoy que la orientación sexual forma parte de la dignidad de la persona. De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indica que se trata de una parte fundamental de la vida privada de las personas, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que la misma forma también parte del concepto de libertad y del derecho de auto-determinación individual.

Los Principios de Yogyakarta (Indonesia, 2007), que buscan facilitar la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género, indican, en su principio # 24, que “toda persona tiene el derecho a formar una familia, con independencia de su orientación sexual o identidad de género, y responsabiliza al Estado para crear el contexto normativo que lo permita.

El derecho a la igualdad y a la no discriminación están consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Carta de Naciones Unidas, y en los tratados internacionales en la materia.

Es decir, sabíamos que la tierra es redonda y que somos nosotros los que damos la vuelta alrededor del sol. Ahora, nos enteramos que existen diversas configuraciones familiares, que existen derechos internacionales (que México, por cierto, ha firmado), y que los Estados deben actuar para proteger.  

Claro, con un poco de perspicacia, se podría señalar que el famoso artículo 4 no aborda la cuestión del “matrimonio”, y aunque sí hace referencia a la “familia”, en ningún lado se indica que el mismo debe ser obligatoriamente entre hombre y mujer. Entonces, si se desean defender los derechos de los heterosexuales, habría que cambiar la constitución para que restrinja claramente este derecho. El asunto, precisamente, es que no se puede restringir el acceso a la familia. Sería inconstitucional.

También se podría señalar que al ser el matrimonio un concepto religioso, se debería poder preservar la integridad de la institución. Es decir, la unión entre personas del mismo sexo podría llamarse “Unión Civil” o cualquier otra analogía. Al fin y al cabo, si se pide respeto: ¿Por qué no darlo? ¿Y qué más da si se le cambia el nombre con tal que elimine la discriminación?

Ahora bien, el susodicho artículo 4 indica que todos tienen derecho, además de la salud, a un medio ambiente sano, al agua potable, a la cultura, a vivienda digna y decorosa, y a una alimentación sana, a decidir sobre el número y ritmo de los hijos. Confiere también al Estado la labor de cumplir con el principio de interés superior de la niñez (los derechos de los niños pasan primero). Y este es el meollo del asunto. No es una cuestión religiosa: es una cuestión de educación.  

Como el matrimonio está a la base de la familia, la cual es el entorno de la niñez, entonces si se desea proteger la infancia, se debe evitar que las uniones entre personas del mismo sexo sean consideradas “familia”, para lo cual se debe impedir el matrimonio igualitario. Como los mismos manifestantes lo dicen, no se trata de discriminar a parejas gays, sino de proteger el derecho de los padres a educar a sus hijos.

Claro, no hay discriminación, solo preocupación: no vaya a ser que “se les pegue” esa “condición”, que se “vayan a confundir” por tener ese tipo de “modelos”, o que vayan a ser víctima de acoso en las escuelas (porque claro, la sociedad va a continuar siendo igual de intolerante). Pero no es discriminación. Y aquí es en donde el argumento cae por su propio peso.

Este movimiento lo que intenta es preservar el “derecho” de esos padres para educar a sus hijos de forma tal que no sean gays. O a evitar que haya “mal suertudos”, infantes dados en adopción, que podrían caer en ambientes gays. Tal vez no todos lo ven así, pero sospecho que muchos sí adhieren implícitamente a esta idea.

En el momento en que se defiende la idea que los gays no nacen, sino que se hacen, se asumen posturas homofóbicas en donde sí se discrimina. Un homosexual, no es, digamos, como un gordo, el cual, en la gran mayoría de los casos, no nace, sino que se hace (excepción hecha a casos de tiroides o de metabolismos lentos).

Un gay nace y, si se le respeta su derecho de auto-determinación y a su privacidad, vivirá su vida gay, bien gay, aunque haya sido educado en un ambiente heterosexual. Lo contrario también es cierto: así como lo heterosexual no es contagioso, lo homosexual tampoco lo es.  

Conclusión: me declaro en contra de la ideología de la gordura

Quisiera yo que esta columna fuera una pérdida de tiempo, que no sirviera para nada. Pero no es así. Todavía falta mucha educación, aunque la paradoja de la intolerancia no nos deja mucho espacio para caminar hacia atrás. Señalo que me declaro en contra del matrimonio entre las personas obesas. No es natural tener sobrepeso. La ciencia es clara sobre cuál es el índice de grasa corporal “normal” y saludable.

Además, y sin tomar en cuenta el “bullying” al que pueden ser expuestos en las escuelas los niños de condición redonda, todos sabemos que por comer chatarra se contraen enfermedades crónicas incurables, como la diabetes. ¿No castiga así “Dios” la gula? El objetivo primero de la alimentación es nuestra supervivencia.

 

 

Comamos entonces sencillito, en las proporciones recomendadas. Y no nos hagamos de la vista gorda: en varias partes de la Biblia se intuye que la gordura es pecado. Para muestra varios ejemplos: bebedores y comelones empobrecerán; el hijo glotón es vergüenza de su padre; no debemos permitir que nuestros apetitos nos controlen; y la habilidad de decir “no”, el “auto-dominio”, es uno de los frutos del Espíritu.

¿Quién ha visto a un Jesús regordete? Nadie, porque nuestro Cristo es flaco. Así lo quiso nuestro Señor. Y como él también quiere que seamos a su imagen y semejanza, entonces todos debemos ser delgados. Imagínese la degeneración de un mundo en donde infantes, inocentes criaturas, se contagien de la gordura de sus padres.

La paradoja de la intolerancia me lleva hoy a ponerle un alto a los eufemismos, y a llamar las cosas como son. Tolerar la homofobia escondida detrás de la defensa de la “diversidad del pensamiento” es dar un paso atrás. La “ideología de género” que tanto incomoda, es la misma que censura la ablación de clítoris (por razones culturales o religiosas) en Asia y África.

Comencemos a defender los relativismos culturales, y perderemos entonces los avances universales que hemos alcanzando durante el siglo XX, y que diferencian el mundo moderno de otras etapas de la historia humana. Hoy, debemos denunciar la intolerancia para parar su progreso. Por cierto, se me olvidaba aclarar: no soy “gordofóbico”: no tengo nada en contra de los gorditos.

De hecho, tengo varios amigos y amigas con ese estilo de vida (o “condición”). Los quiero mucho, (no los promuevo, pero) los tolero e, incluso, los respeto. ¿O ahora resulta que no puedo ejercer mi “derecho humano” a no estar de acuerdo con la “ideología” de la gordura?    

Fernando A. Chinchilla
Ciudad de México, octubre de 2016

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

De afanes modernos

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Al corazón moderno le falta palpitar con fuerza. Se desvive preocupándose por entender y ser razonable; por latir como el otro y ser sensible; y por ampliar el sentido de las cosas para ser incluyente, y, con ese propósito, redefinir lo que haga falta independientemente de lo que se trate.

A ese corazón preocupado se le olvida ocuparse en abocarse a su principal objetivo, que es mucho más sencillo como concepto, pero de mucha más difícil implementación. Sin embargo, aquello no requiere justificaciones, ni es objeto de grandes debates.

El mexicano parece abrumarse por las preocupaciones del corazón moderno. Agobiado, se resigna a padecer los cánceres del desánimo y el conformismo; aquellos que surgen en el individualismo pero que producen como síntoma terminal la indiferencia.

Ofuscados en el afán de ser comprensivos, dejamos de comprender; y enquehacerados en no dejar fuera a nadie –en dicha tarea de comprensión– solapamos nuestros valores morales ante las nuevas ideas sociales. Desde nuestra intimidad, decidimos dejarnos solos los unos a los otros. Luego cerramos el concepto de “nosotros” al tiempo que buscamos ampliar la distancia que existe entre la vida de cada quien y 
el interés público.

Catalogamos nuestra vida en esferas. Queremos libertad social legitimando, en la privacidad, el libertinaje. Pero el anhelo a un control absoluto de nuestro estilo de vida, y a que la opción que escojamos, sea cual fuere, se avale; es voltearle la espalda a nuestra responsabilidad colectiva.

Y no sólo eso, es una necedad lograda por la negación de que el anhelo fundamental del corazón, aún en la modernidad, no es que se avalen nuestros deseos, sino subyugar las aspiraciones propias al deber de procurar, en la medida de lo posible, entregarse al bienestar de la sociedad. Vivir como se espera que vivamos, es un acto de caridad si la esperanza se funda en un ideal de plenitud; y pelear a diestra y siniestra por poder vivir como queramos, un acto de egoísmo si la lucha se centra, en que necesariamente se califiquen como “morales” los designios de nuestra propia voluntad.

Recientemente, a iniciativa del Presidente mexicano con la más baja aprobación en la época moderna, algunos grupos sociales se han propuesto redefinir aquello que para la mayoría es, será y sigue siendo lo mismo. Aquel cáncer del que hablaba se nota en el grupo de personas que componemos el Estado y se permea en los razonamientos institucionales que emitimos.

Así, los indiferentes se descubren incongruentes con sus opiniones previas; los académicos, resignados; los individualismos, se convierten en progresismos; y la política pública, emigra del bien común a la tutela absoluta de las decisiones personales. “Que cada quien haga con su vida lo que quiera” es el nuevo principio rector de la regulación social: hemos decidido lavarnos las manos. Oponerse 
es discriminación.

Para mi sorpresa, esta semana, con motivo de la Marcha por la Familia, he sabido que se califique, con insistencia, como asquerosos, violentos y retrogradas, a quienes sostenemos que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Aquellos calificativos, al menos en lo particular, en nada reflejan el sentimiento que me produce, resistirme a aceptar las ideas opuestas.

Lo único que quiero transmitir es un motivo netamente espiritual: es aquel ideal social de plenitud propuesto por la generalidad; es aquel llamado que como colectividad hacemos a la autorrealización personal creando una familia en el sentido tradicional del concepto. Que el potencial del amor se ve seriamente demeritado cuando no encuentra complementariedad física y psicológica, es una verdad innegable, que se ha silenciado por quienes encuentran imposibilidades para amar a sus pares complementarios. El romanticismo, en la modernidad, se ha substituido y confundido 
por compañerismo.

Si el consenso general, conceptualiza el ideal de una familia, como aquella entre un hombre y una mujer, no es porque la homosexualidad sea indeseable, sino que el incentivo colectivo a llevar la opción de vida ya propuesta, es un llamado a gritos de quienes nos antecedieron en vida, de que ese modelo de vida llena y vale demasiado la pena. Si no fuera así, esa estructura social no hubiera trascendido hasta nuestros días con tanto éxito. Seguir la recomendación general, no es necesariamente lo mejor para cada individuo, pero cerrarse a la autodeterminación de la vida privada, bien pudiese ser soberbia.

Si bien estoy plenamente consciente que el hecho de que la familia vale la pena, no es motivo del debate, lo reafirmo para subrayar que el valor de tener una familia es tanto, que vale la pena preguntarnos cuál queremos que sea la recomendación general, que como sociedad queremos emitir a la siguiente generación, a través de la proposición de un modelo de vida. Creo que la ley debe de validar ideales.

Recomendar que en México “decidir lo que sea” es lo ideal, es dejar de recomendar, y quizá, incluso, evadir la responsabilidad de poner el ejemplo. Creo que existe un beneficio más grande en que el ideal ya propuesto se conserve; no lo substituyamos por amplísimas definiciones que más que esclarecer, esconden, entre muchos otros, el modelo de vida en donde la mayoría ha encontrado su camino de plenitud.

roberto.mtz05@gmail.com
@Roberto_MtzH

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LA DICTADURA HETEROSEXUAL

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Este sábado 10 de septiembre es la marcha nacional organizada por el “Frente Nacional por la Familia“, entre comillas, porque no se están manifestando a favor de ella, sino en contra de todas las familias.

Las personas que promueven este tipo de marchas no se manifestan por “sus derechos”, sino en contra de los de otras personas.

Si un grupo de hombres saliera hoy a manifestarse en contra del voto de las mujeres y promoviera una iniciativa de ley para removerlo, ello no sería manifestar una opinión, sino promover un discurso de odio por razón de género. El caso de ahora es el mismo, pero con discriminación por orientación sexual.

Se habla de una “dictadura gay” que viene a “meterse con nuestros hijos”, cuando al parecer la “dictadura” real es la heterosexual.

En México, la Suprema Corte se tardó, pero ya declaró inconstitucional la norma que prohiba a las personas del mismo sexo contraer matrimonio. Este criterio es jurisprudencia obligatoria.

Asimismo, la Corte también declaró en jurisprudencia obligatoria la inconstitucionalidad de la norma que incluya la procreación como finalidad del matrimonio.

No obstante lo anterior, aún hay personas que eligen discriminar y odiar sin fundamento real.

El Frente quiere promover una iniciativa de ley para impedir a las personas del mismo sexo casarse y formar una familia. Ésto sería totalmente inconstitucional y no tendría validez, por lo que el “esfuerzo” es inútil.

Se supone que el Frente está “armado” con abogados y abogadas. Si ésto es cierto, seguro están conscientes de que su iniciativa discriminatoria no tiene sentido. ¿Por qué insisten en meterse en la vida de las demás personas aun y sabiendo que no van a lograr nada?

¿Realmente es la comunidad LGBTTTIQ la que se está metiendo con sus hijos e hijas? ¿O son las mismas personas del Frente quienes les están inculcando abiertamente la desigualdad a sus propios hijos e hijas, adoctrinándoles para pensar que la ciudadanía no es única, sino que se divide en clases?

La lucha por los derechos de las personas LGBTTTIQ es la batalla de los derechos civiles de nuestro tiempo: estas personas no son ciudadanas de segunda clase frente a las personas heterosexuales. Se trata de derechos humanos, no de privilegios, como este Frente se ha empeñado en difundir.

Si las personas heterosexuales tienen derecho a casarse con la persona que aman, buscar lo mismo para las personas homosexuales no es privilegio, es igualdad de derechos.

Exactamente lo mismo es con la adopción. No es posible que una persona soltera pueda adoptar, pero si resulta que esta persona soltera es homosexual, automáticamente pierde su derecho.

Está comprobado científicamente (por estudios de la Universidad Clark de Massachusetts, la de Melbourne, la de Cambridge, la de Washington, etc.) que los niños y niñas que crecen en una familia de una pareja del mismo sexo tienen el mismo nivel de desarrollo que los de una familia de una pareja heterosexual.

Se ha comprobado (según estudios de la Universidad de California, de Padova, de Lethbridge, etc.) que la homosexualidad no es una decisión, sino una combinación de factores epigenéticos, hormonales y ambientales.

Empero, si la orientación sexual de una persona es una cuestión biológica o una decisión es irrelevante porque si resultase que indubitablemente es una decisión, esto no le quitaría sus legítimos derechos.

La conversación no debe girar en torno a si la orientación sexual es biológica o no, sino en torno a si todas las personas tenemos los mismos derechos humanos, independientemente de nuestras condiciones biológicas y de nuestras decisiones de la vida diaria. Y la respuesta es sí: sí tenemos los mismos derechos y hay que respetarlos.

Las parejas del mismo sexo no se meten con los derechos de las parejas de distinto sexo; tampoco se meten con sus hijos e hijas. ¿Qué les hace creer a las personas heterosexuales que tienen ese derecho? No lo tienen.

El problema no es el entorno familiar de la niñez que vive con una pareja homosexual, sino el estigma social y la discriminación que estas familias sufren por parte de la sociedad heteropatriarcal.

De acuerdo a varias disposiciones de la Ley Federal Para Prevenir y Eliminar la Discriminación, las conductas discriminatorias en las que incurre el Frente pueden ser materia de sanciones administrativas y de medidas de reparación, además de ser violatorias de la Constitución federal.

Resulta preocupante que se esté promoviendo un discurso de odio en las calles, pero es más preocupante aún que esta homofobia que mata –porque sí mata– se esté promoviendo dentro de casa.

La niñez no peligra con el reconocimiento ni la promoción de los derechos de la comunidad LGBTTTIQ, la niñez peligra con la tolerancia a la homofobia y, en general, a todo tipo de discriminación y de odio.

mariasantosv.blogspot.mx

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Víctima de la justicia y el machismo

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Citlali es una niña huichola que vive en el poblado de Miguel Alemán en Hermosillo, Sonora. Tiene 14 años, 14 semanas de embarazo y un cuerpo que no es más su cuerpo. Ella no sólo experimentó una violación a su integridad física, moral y psicológica, tuvo además una violación a sus derechos.

En un país donde el 61% de los ciudadanos que son víctimas de algún delito no lo denuncian, debido a que no confían en las autoridades y consideran que denunciar no sirve de nada [1], Citlali denunció. Acudió a la comisaría de su pueblo donde confirmaron el hecho, se clasificó como una violación agravada.

Ella esperaba que con esto pudiera obtener un poco de paz, ante un hecho que no tiene remedio ni consuelo alguno, la justicia y el respeto de sus derechos de parte de la autoridad era lo único que le quedaba.

Al poco tiempo Citlali se dio cuenta que está embarazada y asistió al Hospital Infantil de Sonora para realizarse una interrupción legal de su embarazo [2] , una vez más perdió el poder de decidir sobre su cuerpo, pues le negaron este derecho. Esto debido a que el juez que atendió su caso decidió reclasificar el delito como estupro, entonces Citlali no fue más víctima sino parte consciente del delito de abuso sexual que denunció.

Los abogados de Citlali han confirmado que han habido muchas irregularidades en el caso y errores por parte del Ministerio Público. Estas fallas e irregularidades son inaceptables, la supervivencia y el futuro de Citlali están en juego.




Un embarazo a temprana edad representa un riesgo para la salud y puede llevar a la deserción escolar [3], perdiendose de la herramienta que le daría las oportunidades para desarrollarse íntegramente.

El caso de Citlali no es aislado, refleja muchos de los problemas que aquejan a las mujeres mexicanas: la violencia de género, los embarazos prematuros y la mortalidad materna. Además, pone de manifiesto la discriminación que sufren las mujeres y el supuesto acceso a la justicia en casos de violencia. Niñas como Citlali, mujeres indígenas y en situación de pobreza presentan mayores dificultades para ejercer sus derechos [4].

Las mujeres víctimas de violencia no tienen un acceso fácil, oportuno y efectivo a recursos judiciales que las ayuden a sancionar y reparar los actos de los que fueron víctimas. Aunque formalmente, la Constitución y leyes promueven una vida libre de violencia, la igualdad está reconocida – meramente en el papel –pero no asegurada en la realidad.

En nuestro país la violencia contra las mujeres parece ser entendida como un asunto privado y no prioritario en la agenda política.

Nuestro gobierno carece de una visión de género que impulse efectivamente políticas integrales que ayuden para prevenir, sancionar y reparar la violencia de género; la reclasificación del delito y la descalificación de Citlali como víctima de violación lo confirman.

Citlali no decidió ser víctima de violencia, ni víctima de la justicia, pero sí decidió alzar su voz y denunciar ante el sistema de justicia y de salud que le falló. Citlali tampoco decidió ser mujer en un país, donde el machismo y la violencia de género son el pan de cada día y la justicia el lujo de unos cuantos, pero ésta es su realidad. Citlali vive en un país donde su sexo es opresión, su origen étnico discriminación y su edad vulnerabilidad.

[1] Página 49: http://www.ine.mx/archivos2/s/DECEYEC/EducacionCivica/Informe
_pais_calidad_ciudadania_IFE_FINAL.pdf

[2] En todo México se permite el aborto, incluso después de las primeras 12 semanas de gestación,
cuando el embarazo es producto de una violación.

[3] De acuerdo a la OCDE 9 de cada 10 niñas que son madres dejan de asistir a la escuela en México.

[4] Página 38: http://www.ine.mx/archivos2/s/DECEYEC/EducacionCivica/Informe_
pais_calidad_ciudadania_IFE_FINAL.pdf

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HILLARY CLINTON: LA OPORTUNIDAD DE DERRUMBAR LOS MUROS

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Durante los últimos meses hemos sido testigos del odio y la discriminación de grupos radicales que paulatinamente han causado miles de muertes, caos y terror en el mundo.

La humanidad está preocupada porque la nación más poderosa del universo tiene entre sus filas la posibilidad de proclamar, en vida real, lo que anteriormente solo veíamos en las películas de “The Purge“; muros y puertas cerradas para los que menos tienen y más lo necesitan.

Pero paralelo a esto, estamos siendo testigos de una convención democrática que brinda esperanza a millones de personas no sólo en Estados Unidos sino alrededor de toda Latinoamérica. Barack y Michelle Obama respaldaron absolutamente el proyecto de nación que Hillary Clinton, candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, impulsa mediante los siguientes ejes:

1.- Una economía para todos: El éxito económico se medirá conforme aumenten los salarios de las familias trabajadoras, mientras más niños salgan de la pobreza y cuando la clase media aumente exponencialmente en Estados Unidos.

2.- Empleos: Se promoverán la investigación y la tecnología como la fuente generadora de los ‘empleos del futuro’. Una economía de empleo completo que alcance su máximo potencial para que el crecimiento, los trabajos y la prosperidad que sea compartida en todas las comunidades en Estados Unidos.

3.- Educación: Se modernizará y profesionalizará el rol del profesor. La sociedad actual demanda profesionales de la enseñanza actualizados, de calidad y con la tarea de formar niños capaces de crear el futuro ideal para los Estados Unidos. A la par de esto, los profesores recibirán un mejor salario que les permita tener una vida digna y cómoda.

Pero sobretodo, Hillary Clinton es la opción para otorgar el valor a las reformas migratorias que tanto hemos impulsado los latinoamericanos. Con ella, será posible introducir la reforma migratoria integral que les entregue dignidad y abra paso a millones de inmigrantes en la economía formal.

Hillary pretende defender a las acciones ejecutivas del presidente Obama—conocidas como DACA y DAPA—en contra de los ataques partidistas. La decisión dividida de la Corte Suprema sobre DAPA es un desgarrador recordatorio de la importancia de esta elección.

Las estimadas 5 millones de personas elegibles para DAPA, incluyendo a los padres de estadounidenses y residentes legales, deberían ser protegidas bajo estas acciones ejecutivas. Hillary cree que DAPA está bajo la autoridad del presidente y promete no dejar de luchar hasta que se cumpla.

Busca expandir el acceso a la cobertura médica para todas las familias. Las familias que quieran adquirir seguro médico deberían tener el derecho de hacerlo. Lo que permitirá que, sin importar su estatus migratorio, puedan comprar seguro médico en los mercados de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA, en inglés).

Esta es una elección vital e histórica para los ciudadanos de Estados Unidos, pero tiene un énfasis muy especial para todos los latinoamericanos. Significa la oportunidad de obtener, como Barack Obama lo inició, un país dispuesto a construir puentes en lugar de muros, para seguir siendo una nación grande de la mano de ciudadanos provenientes de todo el mundo y permitir el encuentro de la paz en la capital de los sueños.

Hoy, un grupo de jóvenes destacados en toda Latinoamérica, está dispuesto a tomar acción y ejercer un rol importante en las elecciones de este año. Mediante el impulso de la campaña #LatAmWhitHer en redes sociales de distintas ciudades en el continente, alzaremos la voz para apoyar en unidad total a Hillary Clinton.

Como diría Michelle Obama en su inspirador discurso dentro de la convención demócrata: “Gracias a Hillary, mis hijas dan por hecho que una mujer puede ser la próxima presidenta de EE UU”.

A ti que lees esto y que no quieres muros entre nuestros países, es momento de alzar la voz y unirse a este gran movimiento. Como delegado de Monterrey en #LatAmWhitHer te invito a que logremos juntos, un triunfo histórico para todos.

http://www.latamwithher.org/

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EL MARKETING DE LOS OBAMA

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En pocos meses la familia Obama terminará uno de los mandatos presidenciales más populares en la historia política no solo de Estados Unidos, sino del mundo entero.

A pesar de algunos sin sabores durante su gestión, decisiones un tanto intransigentes y varias crisis de todo tipo en el país norteamericano, Barack Obama se convirtió en el presidente favorito de millones de personas alrededor del globo.

Como mercadologo político, me gustaría analizar la magnífica campaña mercadológica de los Obama al frente de la nación más poderosa del mundo en 5 puntos:

Capacidad de conciliar: En un país con enfrentamientos constantes, invasiones y guerras, Barack logró conciliar con enemigos políticos históricos. Su más grande logro lo realizó en su visita a Cuba después de casi sesenta años de una relación congelada y hostil entre ambas naciones. Su discurso en La Habana, le dio la vuelta al globo.

Humildad: En un perfecto aprovechamiento de la era digital, Obama apareció incansablemente chocando el puño con algún jardinero, saludando a los trabajadores en plena Casa Blanca e incluso sirviendo la cena en la noche de Navidad; esto le valió ser el presidente de la “sencillez”.

Sentido del humor: Ser presidente es una tarea estresante, una vida muy ocupada y un trabajo bastante serio, pero Barack no perdió jamás la oportunidad de contar sus mejores chistes durante las conferencias de prensa presidenciales, situación que lo colocó en la preferencia de millones de personas en Estados Unidos y cientos de millones más en el mundo.

Sensibilidad: Estados Unidos suele ser considerado como un país increíblemente poderoso, pero sobretodo repleto de personas frías e indiferentes. Barack dio su cara más sensible en las masacres, crisis, asesinatos, hambruna y discriminaciones hasta el grado de soltar lágrimas en repetidas ocasiones. Y claro, jamás faltó una cámara para capturar el momento y compartirlo en sus redes sociales.

Michelle Obama: El punto clave más importante de la gestión presidencial, Michelle Obama se ganó los corazones del mundo entero. Bailando en programas de televisión, haciendo bromas, vistiendo ropa barata como cualquier ciudadano común e incluso entregando premios en festivales importantes aunado a una capacidad oral increíble, un portafolio académico y profesional destacado, así como la realización perfecta del papel de primera dama, lograron colocarla como la mejor primera dama de los últimos 100 años en encuestas realizadas por diarios estadounidenses.

La pareja Obama que aparece en una foto viral viviendo de manera humilde y que años después se convertirían en los líderes de la nación más poderosa del mundo, lograron transformar su popularidad en votos para reelegirse.

El que hoy sean la pareja presidencial más popular del mundo se debe a un elemento vital para los políticos actuales: la mercadotecnia política.

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Cuando las palabras matan

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“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”
Antoine de Saint Exupéry

Desde hace algún tiempo he querido abordar un tema: el cómo nos clasificamos constantemente y optamos por separarnos. Creo que existe una tendencia por dejarnos llevar por los estereotipos y prejuicios, y dejamos de lado lo humano de las personas.

Considero que no tomamos en cuenta el daño que nos hacemos como sociedad cuando decidimos dividirnos en vez de unirnos. He podido observar constantemente el rechazo hacia lo diferente y el miedo a cambiar los patrones arcaicos de superioridad que se han sido impuestos durante décadas.

No solamente me refiero a los casos más extremos de discriminación por el color, sexo, género, preferencias sexuales, religión, entre otras; sino a la discriminación simple e invisible, la que no se nota, o más bien no le prestamos atención porque la consideramos normal. Una vez leí que, en nuestra vida diaria estamos acostumbrados a discriminar y la mayoría de las veces no lo hacemos conscientemente.

Siempre he creído que el lenguaje mata, la forma en que nos referimos a las personas, es la primera piedra para construir el muro de la marginación, la “ingenuidad e ignorancia” al usar ciertas palabras para catalogar a los grupos sociales, termina por excluirlos. En ocasiones no nos percatamos que la manera de referimos a alguien la puede llegar a colocar en una plano de vulnerabilidad, del cual es difícil salir. Utilizar estereotipos, conlleva a atascar a las personas en un nido de palabras y referencias que tienen una carga histórica muy fuerte, y considero necesario comenzar a superar.

¿Y sí supiéramos el daño que causamos cuando decidimos alejar a una persona por considerarla diferente a nosotros? ¿Alguna vez nos ponemos a pensar en las oportunidades de las cuales las privamos? La discriminación ha sido el asesino silencioso que ha estado presente en todo momento de la historia, rechazando y empujando a un sinfín de personas a vivir en un mundo sin oportunidades.

Vivimos en un mundo marcado por la diferencia, y si queremos buscar la equidad, entonces tenemos que empezar a aceptar la diversidad. Abrir nuestro corazón a la humanidad, dejar de juzgar los detalles que no nos hacen ser más personas que otras. Mi ropa, piel, gustos, ideologías, no me hacen más o menos que alguien más; debemos construir un mundo libre de estereotipos, donde nuestros gustos o con las cosas que nos identificamos no se interpongan en nuestro camino para lograr lo que queremos. Empezar a escuchar otras ideas, y cuestionar las nuestras, atender a la pluralidad de pensamientos, expandir y compartir nuestro mundo para poder comprender y ser parte de otros.

El lenguaje es el primer paso para transformarnos como sociedad. Yo sé y soy consciente de las críticas que se la realizan al lenguaje inclusivo: “no se entiende”, “no se lee bien”, “los y las no garantizan igualdad”, y efectivamente no garantiza la igualdad, sin embargo es un importante paso para empezar a materializarla.

Los estereotipos, el sexismo, la imposición y los prejuicios nos han matado como sociedad, comencemos a dejar de juzgar por lo que ven nuestros ojos, es un hecho que nos han fallado, y nos siguen fallando cada vez que decidimos que una persona vale menos que otra por como se ve a simple vista. Optemos por conocer, entender que existen otras realidades, dejar de vivir en nuestra burbuja de confort podrá hacernos avanzar pasos gigantescos. Iniciemos con un lenguaje inclusivo, un lenguaje donde no exista más separación. Dejemos de dividirnos, y comencemos a unirnos. Entender que el simple hecho por el cual nos debemos respeto es porque somos personas.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

MÉXICO: UN PAÍS EN LLAMAS

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Es realmente increíble la facilidad que tiene el mexicano para enojarse, indignarse o resignarse cada semana con un sin número de sucesos que marcan la pauta para el ‘decrecimiento’ de las esperanzas en nuestro país.

Desde la mal votada Ley 3 de 3 que sufrió una rasurada importante por los Senadores y Diputados del PRI que decidieron darle la espalda a más de 630 mil ciudadanos (a los cuales deben su sueldo y su carrera) hasta la humillante actuación de la selección mexicana de fútbol en la Copa América, considerando que somos un país fanático de este deporte.

El mexicano promedio tiene verdaderas razones para sentirse decepcionado, enojado y frustrado. Recibe uno de los salarios mínimos más bajos del mundo por lo cual tiene que trabajar prolongadas jornadas laborales; convive con niveles de corrupción e inseguridad realmente altos e incluso vive en una sociedad donde la discriminación y el lenguaje despectivo son el pan de cada día.

El mexicano promedio tiene verdaderas razones para sentirse decepcionado, enojado y frustrado. Recibe uno de los salarios mínimos más bajos del mundo por lo cual tiene que trabajar prolongadas jornadas laborales; convive con niveles de corrupción e inseguridad realmente altos e incluso vive en una sociedad donde la discriminación y el lenguaje despectivo son el pan de cada día.

México es el país de las etiquetas: el gordo, el flaco, el joto, el pobre, la puta, la fea, la mantenida y demás calificativos sin un gramo de sensibilidad. Aunque nuestra constitución lo demande, no hay verdadera libertad de expresión. La comunidad LGBT sufre una de las épocas más difíciles en el mundo con masacres como la de Orlando o los asesinatos en Veracruz, ¿dónde está la libertad?

Somos un país hipócritamente religioso, y digo hipócritamente porque para nuestra cultura la religión sirve para limpiar nuestra mente los domingos de todos los “pecados” que cometemos el resto de la semana, ah, y para castigar y señalar a los impuros que se alejan del camino de Dios.

Mientras mantenemos los peores índices de seguridad los policías a su vez son de los que más tememos; aún con un rezago educativo preocupante y un analfabetismo en crecimiento, nuestros maestros se encuentran en las calles luchando por sus intereses sindicales mientras son reprimidos por el gobierno.

Somos un país hipócritamente religioso, y digo hipócritamente porque para nuestra cultura la religión sirve para limpiar nuestra mente los domingos de todos los “pecados” que cometemos el resto de la semana, ah, y para castigar y señalar a los impuros que se alejan del camino de Dios.

Sin olvidar que hasta hace poco vivimos una de las peores masacres a los normalistas de Ayotzinapa, los coches bomba y el narcotráfico en Tamaulipas, los fraudes millonarios de empresarios y políticos sin olvidar las casas blancas y los contratos multimillonarios a KIA.

Hoy, como ayer y mañana, la única posibilidad de cambiar la realidad de nuestro país es en base al trabajo de los ciudadanos, a las iniciativas sociales, al castigo participando en las urnas y a la transformación de nuestro propio entorno. A México solo lo salvamos los mexicanos de a pie, los que día a día sufrimos y soportamos un país en llamas.

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Cuando se justifica el odiar

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El pasado domingo nos despertamos con una horrible noticia, Omar Siddique Mateen, decidió acabar con la vida de al menos 50 personas, y dejar heridas a otras 53, en un club nocturno de Orlando, Florida. Lamentablemente ha quedado registrado en la memoria y la historia como el peor tiroteo múltiple en Estados Unidos.

¿La razón? Aún no se ha podido aclarar. El Presidente Barack Obama manifestó que se trato de un “acto terrorista y de odio”, el Estado Islámico se atribuyó el hecho, y la comunidad LGBTI, protestó que era un crimen innegable de odio por homofobia. Yo pienso que, claro que es un crimen de odio por homofobia específicamente por la comunidad que se decidió atacar, así como terrorista por las secuelas y consecuencias que dejó a su paso.

Creo que después de leer un poco, conocer otro tanto y debatir hasta el cansancio, he descubierto: lo que nos ha matado como sociedad y humanidad, es querer imponer nuestras ideas sobre las de los demás; “lo que a mi me enseñaron es lo correcto”, suelen decir, pero nunca cuestionar. Es cierto, cada persona tendrá sus ideologías, creencias, costumbres, tradiciones, en fin su propia forma de ver el mundo. Pero es no nos exime de la responsabilidad de observar y ser empáticos con el mundo de los demás.

Descubrir que existen otras cosas además de nuestro contexto y situación.

Creo que después de leer un poco, conocer otro tanto y debatir hasta el cansancio, he descubierto: lo que nos ha matado como sociedad y humanidad, es querer imponer nuestras ideas sobre las de los demás; “lo que a mi me enseñaron es lo correcto”, suelen decir, pero nunca cuestionar.

La homofobia y transfobia, son una realidad, puede ser cierto, que muchas personas por más que estén en desacuerdo con algo o alguien, no llegan a materializar su odio tratando de acabar a un grupo social, ¿pero qué pasa con los que si?.

En la historia, la discriminación, ha dejado centenares de cuerpos tirados, a miles de familias destrozadas y a grupos sociales destruidos. En nuestras clases de historia, nos enseñaron a condenar los actos reprochables e inhumanos de Hitler en la Alemania Nazi, hacía los judíos; sentenciar la historia de represión, discriminación y racismo con las personas afrodescendientes en Estados Unidos; recordar los años del apartheid como uno de los peores episodios, y a indignarnos por la denegación de los derechos civiles y políticos de las mujeres. Basándose, en el terrible daño que nos había hecho como humanidad, y sobre todo recalcando el valor y la dignidad que tiene cada persona. Pero ahora digo yo, ¿cuándo nos enseñaran qué no respetar las diferencias y el amor sin importar el género, también nos destruye como sociedad?.

En la historia, la discriminación, ha dejado centenares de cuerpos tirados, a miles de familias destrozadas y a grupos sociales destruidos.

¿En qué momento vamos aprender que odiar esta mal? y ¿hasta cuándo vamos a dejar de justificar el odio? Hoy por hoy, existen una infinidad de grupos que han decidido oponerse al matrimonio homosexual, a la adopción, y sobre todo han realizado actos tajantes a la segregación e invisibilización de la comunidad LGBTI, tachándola de antinatural, rara, y en algunas ocasiones señalándola como “gente chiflada”. ¿Cómo se sentirían si les prohibieran el amor y la felicidad?

Ustedes se preguntaran ¿qué tiene que ver la matanza del domingo pasado con el matrimonio y la adopción? Pues yo creo que todo tiene conexión, el no reconocer derechos fundamentales a un grupo de la sociedad, los deja apartados de la misma y además los coloca inmediatamente en una situación de discriminación ante los demás. Los grupos opositores infunden y generan odio, alegan y defienden una supuesta normalidad. Me tocó leer opiniones en donde manifiestan: “lamentamos muchísimo la muerte de las personas en el bar y todo acto de violencia”, sin embargo, en ningún momento se aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni las conductas sexuales, pues son tachadas de desviadas y antinaturales. Determinar que una persona es anormal, el negarle ser feliz, simplemente por no ser igual a ti, ¿eso no es el primer paso para crear e infundir odio?

Ustedes se preguntaran ¿qué tiene que ver la matanza del domingo pasado con el matrimonio y la adopción? Pues yo creo que todo tiene conexión, el no reconocer derechos fundamentales a un grupo de la sociedad, los deja apartados de la misma y además los coloca inmediatamente en una situación de discriminación ante los demás.

Algunas veces las formas más simples de discriminación terminan siendo las más profundas y mortales, sino recordemos las palabras de la profesora Erin Gruwell cuando describió el dibujo de uno de sus alumnos, en el cual se burlaba de un compañero por sus facciones raciales: “Una vez vi una foto como esta en un museo. Sólo que no era un hombre negro, era un judío. Y en lugar de grandes labios tenía una gran nariz, al igual que un rata. Pero no era un dibujo en particular, sino representaba a todos los judíos. Tú te haces cargo de tus barrios, ellos se hicieron cargo de los países ¿cómo? Simplemente exterminaron a los demás. Realizaron pruebas científicas en donde demostraban que los judíos y los negros eran más como animales, y como eran animales no importa si vivían y morían. De hecho, la vida sería mucho mejor si todos estaban muertos. Así fue como sucedió el holocausto.

A veces se puede llegar a creer que un dibujo no pasará a mayores consecuencias, el lenguaje despectivo y ofensivo que utilizamos, la denegación de ciertos derechos, pero no se percatan del mensaje que le están enviando a la sociedad. Cuando se está en contra de la violencia y discriminación, es en todas sus formas y presentaciones, aplica para toda las personas, sin antes pensar en su género, orientación o preferencia sexual. En vez de buscar que prevalezcan nuestras ideologías, debemos abrir la puerta a la diversidad y la oportunidad de que ambas puedan coexistir. Tenemos que dejar de buscar excusas para odiar y apartar, ya es hora de reconocer la humanidad en todos las personas.

Cuando se está en contra de la violencia y discriminación, es en todas sus formas y presentaciones, aplica para toda las personas, sin antes pensar en su género, orientación o preferencia sexual.

Alguna vez se creyó que los judíos, los afrodescendiente y las mujeres, no se les debía reconocer sus derechos, no los merecían, no eran normales, no eran personas. ¿Si los reconoces después qué van a querer?, argumentaban.

Seamos como Martin Luther King, y decidamos seguir al amor, ya que el odio es una carga demasiado pesada que soportar.

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LAS CONSECUENCIAS DE LOS ESTEREOTIPOS

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Con el paso de los años el ser humano ha dejado atrás la esencia única que lo distinguía de los animales: la capacidad de razonar. Además ha permitido que otro grupo de “animales” establezcan la manera en que el resto tiene que vivir, lo ‘socialmente aceptable’ y las características de “perfección” en las personas.

La creación de estereotipos ha originado problemas de fondo que están acabando con la paz, la convivencia y el crecimiento de las naciones.

Los problemas de autoestima y suicidio causados por no tener el “físico perfecto” que dictan como 90-60-90, la discriminación por tener un color o una raza diferente a ‘los blancos’, el preferir un sexo que no es aceptado por la mayoría e incluso pensar contrario a lo que la corriente expresa.

Los problemas de autoestima y suicidio causados por no tener el “físico perfecto” que dictan como 90-60-90, la discriminación por tener un color o una raza diferente a ‘los blancos’, el preferir un sexo que no es aceptado por la mayoría e incluso pensar contrario a lo que la corriente expresa.

La nueva manera de hacer terrorismo es tomando causas popularmente negadas a fin de causar miedo entre la población, imponer a base de balas lo que se lleva en la sangre e incluso enriquecerse mediante la guerra.

El extremismo religioso se ha cansado de armar guerras en nombre de un Dios que los creyentes consideran todo amor, de señalar constantemente a todo aquello que atente contra sus bolsillos y de imponer al ser humano la manera de vivir para “llegar al cielo”.

El radicalismo político ha utilizado el poder para matar, condenar y torturar a individuos que tuvieron la mala suerte de nacer, vivir o pensar contrario a lo que sus intereses necesitan. Mientras miles de niños son enviados a campos de guerra, niñas y mujeres son golpeadas y violadas, regiones enteras mueren de hambre y sed.

El radicalismo político ha utilizado el poder para matar, condenar y torturar a individuos que tuvieron la mala suerte de nacer, vivir o pensar contrario a lo que sus intereses necesitan. Mientras miles de niños son enviados a campos de guerra, niñas y mujeres son golpeadas y violadas, regiones enteras mueren de hambre y sed.

El ser humano ya no se sorprende con la muerte, le parece absolutamente normal que maten a 50, que violen a otros 100 o que encarcelen a alguien que pensaba distinto al gobierno en turno. Más a fondo, es parte de la discriminación y la violencia cotidiana al creer que la mujer sirve solo para trapear, al juzgar al hombre que llora o se muestra sensible y al permitir que los niños sean cada vez más morbosos y mal educados.

¿Quién puso las reglas para vivir en un mundo que cambia constantemente? Ya no se practica el amor y cuando se practica es castigado. La empatía es cosa de unos pocos porque lo que realmente divierte es obtener la razón a costa de lo que sea. Un grupo de personas dicen que es correcto y que es vulgar, quién es exitoso y quién mediocre, quién merece el cielo y cuántos el infierno.

¿Cómo salimos de esto? Vaya y enséñeles a sus hijos a amar, a aceptar sus imperfecciones, a tolerar, a encontrar en las diferencias una oportunidad de crecer, a valorar y a buscar una cultura de paz. Este problema es tan nuestro como de los asesinos, homofóbicos y extremistas; cambiemos la apatía por la empatía.

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