Efecto Huracán

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Leyendo el periódico El Financiero, encontré una singular tira cómica que hacía alusión al Huracán Patricia de la siguiente manera: el cartonista mostraba una discusión de pareja que terminaba en un mar de lágrimas, describiendo que “terminar en depresión debería llamarse el efecto huracán”.

A pesar del registro de alrededor de diez mil damnificados, víctimas de este suceso meteorológico, “Patricia” no alcanzó a convertirse en “el huracán más poderoso registrado en la historia de México”, como se leía en algunos titulares el pasado viernes.

Aunque quizá México se “salvó” de la catástrofe pronosticada que pudo haber ocasionado un desastre natural como éste, en mi opinión, en el país sí se vive un “efecto huracán”.

Y aunque quizá México se “salvó” de la catástrofe pronosticada que pudo haber ocasionado un desastre natural como éste, en mi opinión, en el país sí se vive un “efecto huracán”.

Sin lugar a dudas, me refiero a la crisis de derechos humanos que atraviesa el país.

Casos como Ayotzinapa y Tlatlaya han puesto la lupa internacional en el acontecer mexicano y a 13 meses de la desaparición de los normalistas tenemos versiones encontradas, y un pueblo sediento por la verdad.

Casos como Ayotzinapa y Tlatlaya han puesto la lupa internacional en el acontecer mexicano y a 13 meses de la desaparición de los normalistas tenemos versiones encontradas, y un pueblo sediento por la verdad.

Aunado a esto, sabemos que no sólo son los 43 estudiantes desaparecidos los que nos faltan. De acuerdo a un reporte de la Secretaría de Gobernación y de la Procuraduría General de la República enviado al Senado en septiembre, el número de desaparecidos en México asciende a más de 25 mil personas.

Esta ola de casos nos tiene a los mexicanos en “depresión” y, definitivamente, en México no ha dejado de “llover”. Nos llueve violencia, nos devasta la impunidad y la inseguridad deja un sin fin de “damnificados”.

Esta ola de casos nos tiene a los mexicanos en “depresión” y, definitivamente, en México no ha dejado de “llover”. Nos llueve violencia, nos devasta la impunidad y la inseguridad deja un sin fin de “damnificados”.

Nos llueve también la crítica internacional. Como ejemplo reciente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señaló que la crisis de derechos humanos en México es grave, recalcando la existencia de una situación extrema de inseguridad y violencia en casos de desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y tortura.

Además, el “huracán” no sólo se queda en señalamientos. Tan sólo la semana pasada el gobierno de Estados Unidos anunció un recorte de 5 millones de dólares a la Iniciativa Mérida.

Es a través de esta Iniciativa, que el país vecino destina recursos para el combate contra el narcotráfico en México. El mecanismo de cooperación se estableció en 2010 entre ambos países, sin embargo, el 15 por ciento del financiamiento está condicionado a una serie de requisitos. Uno de ellos es el respeto progresivo a los derechos humanos.

Ante esto, el gobierno mexicano ha declarado que el recorte es insignificante, y que “no impacta en las acciones de seguridad ni en la relación con Estados Unidos”.

El Senado, por su parte, reprobó públicamente el acontecimiento, mientras que Acción Nacional urgió al Presidente Enrique Peña Nieto a establecer el diálogo con el gobierno del país vecino para dar revés a la medida anunciada.

Insignificante o no, el mensaje por parte de nuestro mayor socio comercial es claro: el respeto, la promoción, la protección y la defensa de los derechos humanos es un tema clave y transversal que repercute en numerosos aspectos, incluyendo la seguridad. En cambio, de no mostrar avances y compromisos tangibles en la materia, habrá consecuencias.
Dicho de otra manera: “México, te estamos observando”.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”