ARMAS ILEGALES

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Uno de los problemas sociales que más se han tocado en los medios y que más impacto han tenido en nuestra sociedad sin duda es la inseguridad. En años recientes en nuestro país se detonó un gran aumento de la violencia; la estrategia utilizada en contra del crimen organizado durante el sexenio de Felipe Calderón fue uno de los factores desencadenantes.

De acuerdo con un artículo publicado en el diario El País (http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/13/actualidad/1421168394_615309.html), en México circulan 15 millones de armas de las cuales 13 millones son armas ilegales. Además, cada día ingresan 2,000 armas a nuestro país, las cuales ingresan desde los Estados Unidos. Más del 85% de las armas existentes en nuestro país son ilegales.

En un estudio de la Universidad de San José, California, se calculó que las ganancias del tráfico ilegal de armas a México son de alrededor de 127 millones de dólares al año.

En un estudio de la Universidad de San José, California, se calculó que las ganancias del tráfico ilegal de armas a México son de alrededor de 127 millones de dólares al año. En los estados fronterizos con México se localizan 8,000 comercios dedicados a la venta de armamento.

La grave crisis de seguridad que padecimos se vio reflejada en el incremento de lesionados por arma de fuego. La mayor parte de los crímenes que involucran el uso de armas de fuego se comenten con armas que no son registradas debidamente en la SEDENA, es decir con armas ilegales.

La lucha en contra del crimen organizado se ha centrado principalmente en el combate del narcotráfico, el cual sin duda es un grave problema, pero hace falta reforzar las leyes para controlar la posesión y el porte de armas de fuego.

La lucha en contra del crimen organizado se ha centrado principalmente en el combate del narcotráfico, el cual sin duda es un grave problema, pero hace falta reforzar las leyes para controlar la posesión y el porte de armas de fuego. Para las personas que se dedican a actividades criminales es muy fácil adquirir armas de fuego sin registro o las llamadas de uso exclusivo para el ejército.

Frecuentemente vemos en las noticias que se detienen a personas sospechosas de haber cometido algún delito, las cuales son detenidas en posesión de armas ilegales, también frecuentemente nos enteramos que estas personas son liberadas en un corto plazo por diferentes tecnicismos legales.

Debemos generar una discusión con nuestros legisladores para buscar que se eleven las penas para las personas que sean sorprendidas en posesión de armas no registradas o de calibres no permitidos fuera del ámbito militar.

Uno de los temas que como sociedad debemos llevar al debate es precisamente el control de las armas entre la población. Debemos generar una discusión con nuestros legisladores para buscar que se eleven las penas para las personas que sean sorprendidas en posesión de armas no registradas o de calibres no permitidos fuera del ámbito militar.

Debemos combatir el tráfico de armas con mayor fuerza incluso que la utilizada en contra del narcotráfico, no solamente debemos reforzar las sanciones en contra de los traficantes de armas sino también debemos combatir el tráfico de los cartuchos y municiones para las armas de uso exclusivo del ejército. La mayor parte de los delitos cometidos son usando este tipo de armas y municiones. En México casi el 70% de los homicidios son cometidos por disparos de arma de fuego, muy superior a la media mundial que ronda en el 42% de los homicidios.

Otro de los temas importantes es el acceso a estas armas por parte de los menores de edad, debemos aplicar más duramente la ley en contra de las personas que ponen este armamento a disposición de los jóvenes. Solamente podremos tener una reducción de los delitos graves en la medida que podamos controlar el mercado de las armas ilegales.

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LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

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En días pasados, el gobierno del estado anunció la creación de una Fiscalía Especializada en Atención a la Mujer, esto debido al aumento que se ha presentado en los casos de delitos con violencia intrafamiliar. La intención con la que se creó esta fiscalía sin duda es plausible, y su instalación es un avance en materia de justicia y equidad de género. Sin embargo, es insuficiente para las necesidades de la población. La sociedad actual requiere de una política que se enfoque en combatir el problema de una manera completa y no solamente establecer un organismo para la denuncia e investigación. Esta nueva fiscalía debe de ser el punto de partida para establecer una política pública que brinde soluciones para un problema social, y de salud pública, que lastima a toda la sociedad, no sólo a las mujeres.

Los datos arrojados sobre este tema en el último censo de población, publicados en el 2011 (http://www3.inegi.org.mx/sistemas/sisept/default.aspx?t=mvio47&s=est&c=26521) hablan por sí solos.

En el estado de Nuevo León, el número de mujeres mayores de 15 años que refirió haber sufrido maltrato durante su relación de pareja fue de 738,947 mujeres.

En el estado de Nuevo León, el número de mujeres mayores de 15 años que refirió haber sufrido maltrato durante su relación de pareja fue de 738,947 mujeres. Esta impactante cifra no refleja en su totalidad la magnitud del problema, ya que no incluye la violencia que sufren las mujeres solteras, ni a las mujeres menores de 15 que son víctimas de la violencia intrafamiliar; tampoco incluye la violencia fuera del ámbito familiar que sufren las mujeres por razones de género.

Los tipos de violencia cuantificados en el censo fueron de 4 tipos:

1. Emocional (648,845 casos)
2. Económica (400,574 casos)
3. Física   (185,174 casos)
4. Sexual (114,626 casos)

Es importante considerar que estas mujeres sufrieron uno o varios tipos de abusos, por esto las cifras no cuadran con el total de las 738,947 víctimas.

Las mujeres que sufren la violencia se encuentran ante muchos obstáculos. En primer lugar, se enfrentan a los convencionalismos culturales de nuestra sociedad, en muchos de los casos en sus comunidades se considera “normal” la violencia ejercida contra ellas. Además, en muchos casos los delitos no son denunciados por la percepción social de que “no tiene caso” acudir a las autoridades, que no se les hará caso y que, por la impunidad que prevalece, al final de cuentas tendrán que volver con los agresores y estos estarán molestos por la denuncia. Aún en los casos en que se animan a denunciar, se enfrentan a la dificultad para aportar pruebas que demuestren el abuso: es prácticamente imposible demostrar el maltrato psicológico, aún el abuso físico o sexual requiere en la mayoría de los casos que se presente la denuncia dentro de cierto tiempo para poder evidenciar los daños.

Las víctimas de estos delitos, las mujeres y sus hijos, además tienen que lidiar con un sistema judicial que no está preparado para proteger a las víctimas.

Las víctimas de estos delitos, las mujeres y sus hijos, además tienen que lidiar con un sistema judicial que no está preparado para proteger a las víctimas. En la mayoría de los casos, se obliga a los hijos de familias en las que se presenta la violencia intrafamiliar a convivir con el agresor supuestamente para proteger sus derechos.

En el Sistema Nacional de Refugios se encuentran registrados sólo 44 refugios y sólo 41 centros externos para las víctimas de violencia extrema. En el Estado sólo existen 2 refugios para las víctimas. El Programa de Acción Específica (PAE):   “PREVENCIÓN Y ATENCIÓN DE LA VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO 2013-2018” (http://cnegsr.salud.gob.mx/contenidos/descargas/PrevAtnViol/PrevencionyAtnViolenciaFamiliarydeGenero.pdf )   cubre menos del 20% de las necesidades reales de la población.

Ante estas cifras podemos concluir que para combatir el problema se requiere de un abordaje multidisciplinario, no solamente de una fiscalía especializada en atención a la mujer. La violencia intrafamiliar y de género tiene un alto impacto social, este tipo de violencia es la incubadora de las conductas antisociales de los individuos. La violencia que se vive en el interior de los hogares se refleja en los altos índices de violencia social que vivimos, la familia es la escuela donde los individuos aprendemos los valores y conductas que rigen nuestra sociedad.

Requerimos la participación coordinada de las Secretarías de Educación y de Salud, del DIF, del Instituto Estatal de la Mujer, de la Procuraduría de Justicia, del Congreso, de las ONGs y de la sociedad civil.

Si queremos un combate eficaz a esta problemática y recomponer el tejido social debemos participar todos, involucrarnos tanto el gobierno como la sociedad civil. Requerimos la participación coordinada de las Secretarías de Educación y de Salud, del DIF, del Instituto Estatal de la Mujer, de la Procuraduría de Justicia, del Congreso, de las ONGs y de la sociedad civil.

*Es importante difundir a dónde pueden acudir las víctimas a solicitar orientación y atención http://www.saludnl.gob.mx/drupal/violencia-familiar-y-de-g%C3%A9nero

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LA CULTURA DE LA IMAGEN CORPORAL. ANOREXIA Y BULIMIA

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ANOREXIA

Las personas que padecen anorexia sienten un miedo real a engordar y tienen una imagen distorsionada de las dimensiones y la forma de su cuerpo. Es por esto que no pueden mantener un peso corporal normal. Muchos adolescentes con anorexia restringen la ingesta de alimentos haciendo dieta, ayuno o ejercicio físico excesivo. Apenas comen, y lo poco que ingieren se convierte en una obsesión.

Muchos adolescentes con anorexia restringen la ingesta de alimentos haciendo dieta, ayuno o ejercicio físico excesivo. Apenas comen, y lo poco que ingieren se convierte en una obsesión.

Otras personas que padecen anorexia recurren a los atracones y las purgas: ingieren grandes cantidades de alimentos y luego tratan de deshacerse de las calorías induciendo el vómito, tomando laxantes, haciendo ejercicios físicos en exceso, o mediante una combinación de estas.

BULIMIA

La bulimia es similar a la anorexia. En el caso de la bulimia, quien la padece se da grandes atracones de comida (come en exceso) y después trata de compensarlo con medidas drásticas, como el vómito inducido o el ejercicio físico en exceso para evitar subir de peso. Con el tiempo, esto puede resultar peligroso, tanto física como emocionalmente. También puede conducir a comportamientos compulsivos (es decir, comportamientos que son difíciles de evitar).

El diagnóstico de la bulimia se da cuando una persona recurre a los atracones y a la purga de manera regular, al menos dos veces por semana, durante un par de meses. Estos atracones no equivalen a situaciones como ir a una fiesta, comer cantidades excesivas de pizza y al día siguiente decidir ir al gimnasio y comer más sano.

La mayoría de las personas que padecen bulimia luego recurren a los vómitos, a los laxantes o al ejercicio físico excesivo.

Las personas bulímicas comen grandes cantidades de comida de golpe (generalmente comida chatarra) y suelen hacerlo a escondidas. Con frecuencia comen alimentos que no están cocidos o que aún están congelados, o sacan comida de la basura. Suelen sentir que no pueden dejar de comer y sólo lo hacen cuando están demasiado llenos como para seguir comiendo. La mayoría de las personas que padecen bulimia luego recurren a los vómitos, a los laxantes o al ejercicio físico excesivo.

Si bien la anorexia y la bulimia son muy similares, las personas anoréxicas suelen ser muy flacas y suelen tener un peso inferior al normal. Por el contrario, las personas bulímicas pueden tener un peso normal o estar un poco excedidas de peso.

Los adolescentes que padecen anorexia o bulimia suelen sentir un miedo profundo a verse gordos o creen que son gordos cuando no lo son.

Los adolescentes que padecen anorexia o bulimia suelen sentir un miedo profundo a verse gordos o creen que son gordos cuando no lo son. Las personas anoréxicas suelen pesar los alimentos antes de comer o contar las calorías de todos los alimentos de manera compulsiva. Las personas a las que esto les parece “normal” o “adecuado”, o que desean que los dejen en paz para poder hacer dieta y verse delgados, pueden tener un serio problema.

Las personas anoréxicas pueden:
• adelgazar mucho, volverse frágiles o escuálidas
• estar obsesionadas con la alimentación, los alimentos y el control del peso
• pesarse de manera reiterada
• llenarse con agua deliberadamente cuando visitan a un profesional para pesarse
• contar o racionar los alimentos cuidadosamente
• comer solo determinados alimentos y evitar los lácteos, la carne, el trigo, etc. (por supuesto, muchas personas que son alérgicas a determinados alimentos o son vegetarianas evitan algunos alimentos)
• hacer ejercicio en exceso
• sentirse gordas
• aislarse socialmente, especialmente evitando las comidas o los festejos donde se sirve comida
• deprimirse, sentirse sin energía y sentir frío con frecuencia

Una persona bulímica puede:
• tener miedo a aumentar de peso
• sentirse realmente insatisfecha con el tamaño, la forma y el peso corporal
• inventar excusas para ir al baño inmediatamente después de comer
• comer solo alimentos dietéticos o con bajo contenido en grasa (excepto en los atracones)
• comprar laxantes, diuréticos o enemas con regularidad
• pasar la mayor parte del tiempo haciendo ejercicio o intentando quemar calorías
• aislarse socialmente, especialmente evitando las comidas o los festejos donde se sirve comida

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LA CULTURA DE LA IMAGEN CORPORAL 3ª. PARTE: Los trastornos alimentarios.

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La cultura de la imagen corporal que se ha ido, poco a poco, instalando en nuestra sociedad, está teniendo un impacto terrible en la salud pública. El mayor obstáculo para resolverlo es, precisamente, que la sociedad ha tomado este modelo como un ideal a alcanzar. Es por esto que no vemos mayor problema en que las personas, especialmente los niños y los jóvenes, se obsesionen con buscar tener el menor peso posible y/o el cuerpo más atlético que se pueda.

Los padres de familia, los maestros, los entrenadores, los familiares y los compañeros de las personas con problemas de control de su peso, tenemos que estar atentos ante un grave peligro: los trastornos alimentarios. Los trastornos alimentarios son un problema sanitario muy difícil de tratar debido a que la persona que los sufre no es consciente de su condición de enfermo.

Se trata de comportamientos alimentarios extremos: por ejemplo, dietas que nunca terminan y que, gradualmente, se vuelven más estrictas.

Un trastorno alimentario implica más que simplemente hacer dieta para perder peso o hacer ejercicio todos los días. Se trata de comportamientos alimentarios extremos: por ejemplo, dietas que nunca terminan y que, gradualmente, se vuelven más estrictas. También guarda relación con personas que no salen con amigos porque creen que es más importante salir a correr para contrarrestar el dulce que comieron más temprano.

Los trastornos alimentarios pueden generar problemas de salud graves como cardiopatías o insuficiencia renal.

Los trastornos alimentarios son una enfermedad grave. Suelen estar acompañados de otros problemas como estrés, ansiedad, depresión y consumo de drogas. Los trastornos alimentarios pueden generar problemas de salud graves como cardiopatías o insuficiencia renal.

Una persona cuyo peso es, al menos, un 15% menor que el peso promedio correspondiente a su altura, puede no contar con la grasa corporal suficiente para mantener los órganos y otras partes del cuerpo sanos.

Una persona cuyo peso es, al menos, un 15% menor que el peso promedio correspondiente a su altura, puede no contar con la grasa corporal suficiente para mantener los órganos y otras partes del cuerpo sanos. En los casos más graves, los trastornos alimentarios pueden provocar desnutrición grave o, incluso, la muerte.

Los trastornos alimentarios más comunes son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa (más conocidas como “anorexia” y “bulimia”). Pero existen otros trastornos relacionados con la alimentación que se están volviendo más comunes, como el trastorno por atracón, los trastornos relacionados con la imagen corporal o las fobias a determinados alimentos.

Existen otros trastornos relacionados con la alimentación que se están volviendo más comunes, como el trastorno por atracón, los trastornos relacionados con la imagen corporal o las fobias a determinados alimentos.

La mayoría de las personas que sufren un trastorno alimentario tienen entre 13 y 17 años, aunque existen muchos casos fuera de esa edad, que corresponden a la pubertad y adolescencia. Este es un período de cambios físicos y emocionales, de presiones académicas y de mayor presión del grupo social al que pertenecen.

Cuando se combina la presión de ser como las celebridades, con el hecho de que el cuerpo crece y cambia durante la pubertad, es sencillo entender por qué algunos adolescentes tienen una imagen negativa de sí mismos. Los adolescentes famosos y los atletas responden al “ideal de Hollywood”, es decir, las jóvenes son pequeñas y flacas, y los jóvenes son atléticos y musculosos, y este tipo de cuerpo es popular no solo en Hollywood, sino también en la escuela.

Cuando se combina la presión de ser como las celebridades, con el hecho de que el cuerpo crece y cambia durante la pubertad, es sencillo entender por qué algunos adolescentes tienen una imagen negativa de sí mismos.

Muchas personas con trastornos alimentarios pueden presentar también un estado depresivo y ansiedad, o padecer otros problemas de salud mental, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). También existe evidencia de que los trastornos alimentarios son hereditarios. Si bien parte de estos trastornos pueden ser genéticos, también se deben a que aprendemos nuestros valores y comportamientos de nuestras familias.

Es urgente que, como sociedad, busquemos la manera de concientizar a las personas sobre el peligro que encierra el pasar de la búsqueda de una vida saludable a caer en un trastorno alimentario.

El próximo viernes tocaremos el tema de estos trastornos alimentarios e iremos describiéndolos, uno por uno, para que sea más fácil identificarlos cuando se presenten.

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LA CULTURA DE LA IMAGEN CORPORAL 2ª. PARTE

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Como revisamos en el artículo anterior, la obesidad es causada por muchos factores (genética, neuroquímica, hormonal, metabólica, celular, psicológica, social y cultural). Revisamos también la importancia de abordar el problema de una manera completa, y no sólo enfocarnos en el manejo del sobrepeso. Como se mencionó anteriormente, las dietas enfocadas en el peso, en restringir las calorías, son dietas con un alto porcentaje de falla y provocan un desequilibrio metabólico con severas consecuencias para la salud de las personas que se someten a ellas.

La obesidad constituye uno de los principales “estigmas sociales” de la actualidad con una marcada repercusión a nivel psicológico individual. Si bien la obesidad no es, en sí misma, un trastorno psiquiátrico, si es una condición que se acompaña en muchas ocasiones de trastornos psicológicos muy importantes.

Los principales trastornos psicológicos que acompañan a la obesidad son el estrés crónico, la ansiedad y la depresión; sin embargo, no son los únicos ni es sencillo su abordaje. La “estigmatización” de las personas con sobrepeso les reduce sus oportunidades de empleo y educación, esta discriminación de la que son objeto tiene un fuerte impacto en su autoestima.

Esta “cultura de la imagen corporal”, sin embargo, nos envía muchos mensajes contradictorios entre sí; por un lado nos dice que debemos cuidar nuestro cuerpo y por el otro nos envía el mensaje de que nuestro cuerpo es nuestro enemigo, y que debemos controlarlo a toda costa para mantener ciertos parámetros de tallas, volumen y peso.

Desde principios del siglo XX se “institucionalizó” la cultura del cuerpo bello, inicialmente en los Estados Unidos, y posteriormente en la mayor parte del planeta. Esta “cultura de la imagen corporal”, sin embargo, nos envía muchos mensajes contradictorios entre sí; por un lado nos dice que debemos cuidar nuestro cuerpo y por el otro nos envía el mensaje de que nuestro cuerpo es nuestro enemigo, y que debemos controlarlo a toda costa para mantener ciertos parámetros de tallas, volumen y peso.

Esta frase tan común nos revela mucho de la realidad que enfrentan día a día las personas que padecen el sobrepeso, describe un trastorno psicológico llamado hiperfagia al estrés: la ingesta excesiva de alimentos no relacionada con el hambre.

Esta ambivalencia de información tiene un grave impacto social. Las personas se sienten culpables cuando sus medidas y peso se encuentran fuera de los parámetros establecidos. Existen un sinfín de anécdotas de personas que dicen: “Yo sé que comer tanto dulce me hace daño, pero no puedo dejar de comerlo porque me hace sentir bien”. Esta frase tan común nos revela mucho de la realidad que enfrentan día a día las personas que padecen el sobrepeso, describe un trastorno psicológico llamado hiperfagia al estrés: la ingesta excesiva de alimentos no relacionada con el hambre. La hiperfagia al estrés es una conducta común de las personas con obesidad, y es derivada de esta cultura contradictoria de la que hablamos. Por un lado las personas viven angustiadas por padecer el sobrepeso, y su vía de escape es ingerir más calorías para buscar aliviar su ansiedad, volviendo de esta manera la acción de comer en un “autocastigo” a su propio cuerpo.

Los padres de familia que tienen hijos con este problema sufren una gran ansiedad por sentirse con la responsabilidad de la salud de sus hijos, y frecuentemente se equivocan en la estrategia que toman para que sus hijos mantengan un peso saludable. Al intentar mantener delgados a sus hijos se enfocan en restringirles los alimentos y, muy comúnmente, culparlos por su sobrepeso. Lo único que logramos al intentar poner “mano dura” o “disciplina” de esta manera es generarles más ansiedad a niños o adolescentes que seguramente están padeciendo ya mucha ansiedad. El exceso de disciplina puede complicar mucho a los menores el salir de su problema de salud, e incluso llevarlos a padecer severos “trastornos alimenticios” que son muchas veces de más graves consecuencias para la salud que el mismo sobrepeso.

Lo único que logramos al intentar poner “mano dura” o “disciplina” de esta manera es generarles más ansiedad a niños o adolescentes que seguramente están padeciendo ya mucha ansiedad.

En el manejo del sobrepeso los criterios de éxito deben contemplar no sólo la reducción de peso como producto final, sino que como un proceso continuo con resultados positivos en la calidad de vida, estilo de vida menos sedentario, integrando activamente el ejercicio, una mayor aceptación de su imagen corporal y un cambio de hábitos de alimentación, junto con una conciencia de enfermedad que conduzca a una evitar las recaídas, tan frecuentes en este proceso, pero que no significan obligatoriamente un fracaso absoluto del tratamiento.

El próximo viernes trataremos, es este espacio, más ampliamente los “trastornos alimenticos”, su gravedad y su impacto en nuestra sociedad.

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LA CULTURA DE LA IMAGEN CORPORAL

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Vivimos dentro de una sociedad cada vez más “globalizada”, en la cual la información fluye a una velocidad que, en muchas ocasiones, nos es difícil de alcanzar. Este acceso, fácil y rápido, a una gran cantidad de información puede ser un gran problema cuando buscamos integrar el conocimiento de un determinado problema. Debemos ser muy selectivos en los criterios de investigación, si no queremos terminar confundiéndonos con tanta información disponible, la cual muchas veces es muy contradictoria.

Uno de los temas en salud que más frecuentemente se abordan es, sin duda, el control de nuestro peso. La obesidad es una condición a la cual se le atribuye ser una de las causas más importantes en el desarrollo de muchas enfermedades de las llamadas crónico-degenerativas. Desde el siglo pasado se ha hecho mucho énfasis en la necesidad de mantener nuestro peso corporal bajo control, y el mantener una actividad física adecuada para prevenir enfermedades y complicaciones a nuestro estado de salud.

Existe una gran cantidad de dietas, medicamentos, métodos y suplementos en el mercado para ayudar a perder peso. Cada vez más personas modifican sus hábitos alimenticios y los de sus familias buscando acercarse al peso ideal.

Este conocimiento ha generado una cultura de rechazo hacia la condición de obesidad en las personas. Se ha generalizado una conciencia colectiva en favor de una “alimentación sana” y una actividad física vigorosa, como los ideales a perseguir por nuestra sociedad. Existe una gran cantidad de dietas, medicamentos, métodos y suplementos en el mercado para ayudar a perder peso. Cada vez más personas modifican sus hábitos alimenticios y los de sus familias buscando acercarse al peso ideal. En particular se ha hecho mucho énfasis en evitar el sobrepeso tanto en niños como en los adolescentes para evitar que se conviertan en adultos obesos.

Aunque es un hecho comprobado el impacto que tiene el sobrepeso sobre nuestra salud, vale la pena analizar toda la información con cautela, para evitar caer en errores que puedan afectar nuestra salud.

Las personas con mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y metabólicas son las personas que se han sometido constantemente a dietas que las hace perder peso para luego volver a aumentar ese peso. La variación intermitente de peso es más riesgosa para nuestra salud que el sobrepeso.

En su artículo de revisión, la Dra. Linda Bacon (Nutrition Journal. 2011, Vol. 10 Issue 1, p 9-21), nos compartió información muy importante y esclarecedora. En este artículo se demuestra que la longevidad en las personas con sobrepeso ligero es igual o mayor que en las personas delgadas, también se demostró que las personas con mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y metabólicas son las personas que se han sometido constantemente a dietas que las hace perder peso para luego volver a aumentar ese peso. La variación intermitente de peso es más riesgosa para nuestra salud que el sobrepeso.

Las conclusiones de este artículo son muy claras: recomienda modificar los hábitos higiénico-dietéticos de manera gradual y sin enfocarse en el peso del paciente. Las dietas enfocadas en reducir de peso a los pacientes son la que con mayor frecuencia fallan, provocando que el paciente sufra los llamados “rebotes” (ciclos de pérdida de peso con recuperación rápida del mismo o mayor peso). No sólo provocan estas variaciones, sino que también son responsables de otros daños a la salud, como son la depresión causada por la frustración de haber fallado en sus metas, la baja autoestima en los pacientes, los trastornos alimentarios graves y la estigmatización y discriminación de los pacientes.

Nos vemos constantemente bombardeados por publicidad que nos intenta convencer que un cuerpo delgado es un cuerpo saludable.

Las ganancias que reporta “la industria de la pérdida de peso” en los Estados Unidos son de 58,600 millones de dólares anuales. Es por eso que nos vemos constantemente bombardeados por publicidad que nos intenta convencer que un cuerpo delgado es un cuerpo saludable. El impacto social de este fenómeno es muy costoso en términos económicos y de salud. El someterse a dietas constantemente, las cuales tienen efectos temporales y posteriormente volver a padecer el sobrepeso, es extremadamente dañino en términos del metabolismo. En términos psicológicos el impacto es aún mayor, los pacientes con sobrepeso son muy susceptibles de padecer trastornos emocionales, el “bullyng” hacia los niños y adolescentes con sobrepeso es una conducta común en escuelas y grupos sociales. Incluso muchos niños con sobrepeso sufren de maltrato familiar con el consecuente daño a su autoestima. El próximo viernes, en este mismo espacio, comentaremos más ampliamente el impacto psicológico del sobrepeso.

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¿EL SUICIDIO ASISTIDO ES UN DERECHO?

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El pasado 5 de octubre el gobernador del estado de California, Jerry Brown, firmó la propuesta legislativa ABX215, la cual pedía autorizar a los pacientes terminales recibir asistencia médica para interrumpir su vida. Esta iniciativa había sido previamente aprobada por el Senado de California el día 12 de septiembre de este año (con 23 votos a favor y 14 votos en contra), al ser firmada por el gobernador esta propuesta pasa a convertirse en ley.

Con esta ley el estado de California se convierte en el 5° estado de la Unión Americana en permitir los suicidios asistidos, sumándose a los estados de Oregon, Washington, Montana y Vermont. Esta polémica ley fue impulsada por grupos de activistas en favor de las muertes asistidas después del caso de Brittany Maynard (noviembre de 2014), una joven enfermera de 29 años de edad, la cual sufría de un cáncer terminal, y tuvo que mudarse al estado de Oregon para poder recibir asistencia médica para poder terminar con su vida. En el estado de Oregon, la ley “Muerte con Dignidad” ayuda a morir a 70 personas al año desde su aprobación en el año 1997.

No solamente en los Estados Unidos se han aprobado leyes que permiten la asistencia médica a quienes desean interrumpir voluntariamente su vida, recientemente (febrero de 2015) Canadá aprobó una ley que entrará en vigencia a partir del año entrante, que permitirá recibir asistencia médica para morir a los pacientes con extrema gravedad y cuyos padecimientos sean incurables. Los suicidios asistidos también son legales en algunos países de la Unión Europea como Bélgica, Holanda, Suiza y Luxemburgo. Mientras que en otros como el caso de Noruega, Dinamarca, Alemania, Austria y España, las conductas de mera cooperación no necesaria o complicidad son toleradas. En los países latinoamericanos Colombia, Argentina y Uruguay lo permiten bajo ciertas condiciones.

Antes de continuar cabe aclarar que el suicidio asistido es un acto diferente a la eutanasia, y también a la inducción al suicidio. En el caso del suicidio asistido la actuación del personal médico se limita a proporcionar los medios para que el paciente termine con su vida por sí mismo. La eutanasia, en cambio, es un acto que requiere que otra persona sea el agente activo para lograr que el paciente termine con su vida. La diferencia entre eutanasia y suicidio asistido es la persona que lleva a cabo el acto de terminar con la vida. Es muy diferente hablar de inducción al suicidio, el cual es un acto que consiste en quebrantar la voluntad de una persona que no deseaba suicidarse para conseguir que cometa suicidio.

El suicidio asistido es un acto diferente a la eutanasia, y también a la inducción al suicidio.

Sin lugar a dudas este es un tema complejo, y que puede y debe ser analizado desde sus muchos aspectos. Se puede abordar este tema desde el punto de vista teológico, desde el punto de vista filosófico, desde el punto de vista legal, desde un punto de vista bioético, desde el punto de vista económico y, por supuesto, desde el punto de vista personal de cada uno de los individuos.

La profesión médica tiene una larga tradición humanista y tiene un estricto código de ética, al graduarnos los médicos hacemos un juramento ante otros médicos que sirven de sinodales en representación de la sociedad. En este acto juramos solemnemente luchar para preservar la salud y la vida de los pacientes que nos la confiaran. El participar en un acto de eutanasia o en un suicidio asistido contraviene todos los principios en los que fuimos formados. Si bien es cierto que en la relación médico paciente llegamos a desarrollar una fuerte empatía con nuestros pacientes, y más en el caso de estos pacientes que sufren enfermedades terminales e incurables, esto no debe distraernos de nuestro deber con los pacientes y de nuestro juramento hacia la vida.

Debemos considerar que el instinto de conservación de la vida es una condición inherente a los seres humanos. Bajo ciertos estados mentales y/o emocionales, como la depresión mayor, el ser humano puede llegar a perder ese instinto natural de conservación. Sin duda el dolor intenso sumado a un diagnóstico con mal pronóstico puede quebrantar el deseo de vivir de cualquier ser humano. Esto es triste y lamentable, como médicos debemos intentar darle la mejor calidad de vida posible. Pero nunca debemos participar ni directa, ni indirectamente, en la interrupción de una vida, sería contravenir nuestra esencia humana y nuestro sagrado juramento. Más aún si consideramos que la persona que ha perdido su instinto de conservación, por definición, no se encuentra en pleno uso de sus facultades mentales.

Nunca debemos participar ni directa, ni indirectamente, en la interrupción de una vida, sería contravenir nuestra esencia humana.

Como sociedad debemos preocuparnos por garantizar el derecho a la vida, tenemos que evitar caer en la tentación de legalizar actos como el suicidio asistido que, aparentemente son un acto de “misericordia” para un ser humano que sufre, pero que significan un atentado al derecho a la vida. Las sociedades que le niegan el valor a la vida están cometiendo un suicidio involuntario.

En nuestro estado no existen centros especializados en el cuidado de los enfermos terminales.

Es cierto además que el cuidado de estos pacientes conlleva un enorme costo económico para la familia, pero esto debe ser solucionado por la misma sociedad. En nuestro estado no existen centros especializados en el cuidado de los enfermos terminales. Es muy necesario implementarlos lo antes posible para aliviar la carga económica y emocional de los pacientes y sus familias, antes de que el desgaste económico, familiar y social, nos guíe por la falsa vía de legalizar el suicidio.

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