La Taquería

“No, no puedes hacer eso porque eres mujer”

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Cuando escuchamos que una mujer es ingeniera, constructora o conductora de un camión todavía nos sorprende. Aún en el siglo 21 nos resulta raro ver que una mujer se desempeñe en ciertos trabajos que no son considerados “femeninos” en absoluto. Pero realmente, ¿qué es lo que restringe los tipos de trabajo que las mujeres pueden hacer? ¿Es asunto legal o una cuestión cultural?

De lo global …

Por increíble que parezca hoy en día hay 155 países (Banco Mundial, 2015) que restringen el trabajo que las mujeres pueden desempeñar.

Por increíble que parezca hoy en día hay 155 países (Banco Mundial, 2015) que restringen el trabajo que las mujeres pueden desempeñar; por ejemplo en algunos lugares no pueden trabajar después de que obscurezca, ni operar maquinaria pesada o conducir un tractor agrícola. Desafortunadamente muchos de los trabajos que están restringidos a las mujeres están en industrias o sectores que son muy bien pagados; esto significa que las mujeres ocupan con mayor regularidad empleos de menor estatus y paga a comparación de los hombres. Como resultado, estas mujeres tienen acceso a un ingreso menos significativo que el de los hombres, lo cual afecta la economía de las familias sustentadas por mujeres y sus oportunidades de progreso profesional.

Los países que cuentan con más restricciones legales para el trabajo que pueden desempeñar las mujeres, se encuentran principalmente en las regiones de Medio Oriente y el Norte de África. Las restricciones legales en estas regiones tienen un impacto negativo en las tasas de participación laboral de las mujeres e incluso en el crecimiento económico de estos países.

A lo local…

Pero, ¿qué pasa si no existen diferencias jurídicas entre hombres y mujeres en un país? Si las restricciones legales para trabajar no existen entonces, ¿aumenta la participación femenina en la fuerza de trabajo?

En México la violencia de género, los embarazos precoces, la deserción escolar, los asignación de roles de género y las barreras estructurales desafían la inserción de las mujeres a la fuerza laboral.

No exactamente. Por ejemplo, las mujeres y los hombres en México son reconocidos como iguales en la ley, ambos tienen los mismos derechos laborales y por tanto deben tener acceso a las mismas oportunidades de trabajo. Sin embargo, en México la violencia de género, los embarazos precoces, la deserción escolar, los asignación de roles de género y las barreras estructurales desafían la inserción de las mujeres a la fuerza laboral; esto las hace más vulnerables y económicamente dependientes.

Si revisamos la situación de las mujeres en Monterrey, podemos observar que la brecha educativa entre hombres y mujeres ha sido casi cerrada, pero en la transición de la escuela a trabajo es casi como si las mujeres desaparecieran.

Si revisamos la situación de las mujeres en Monterrey, podemos observar que la brecha educativa entre hombres y mujeres ha sido casi cerrada, pero en la transición de la escuela a trabajo es casi como si las mujeres desaparecieran. En los sectores más importantes de la actividad económica de Monterrey las mujeres están sub-representadas. Además la participación femenina en la fuerza de trabajo en Monterrey es limitada, quizá porque la mayoría de los puestos de trabajo no se espera que sean realizadas por una mujer o porque han tenido que dejar su vida profesional para realizar tareas domésticas y cuidar de la familia, un trabajo que no es del todo reconocido.

Entonces, ¿las restricciones de empleo son un asunto legal o una cuestión cultural? La respuesta es ambas. En los lugares donde las restricciones legales al empleo persisten, a una mujer le resulta más difícil prosperar e integrarse a la fuerza laboral; pero en los países con igualdad jurídica entre hombres y mujeres no es nada sencillo tampoco.

La igualdad de género en la fuerza laboral es esencial para lograr un crecimiento económico sostenido y alcanzar el desarrollo sostenible en un país. Desafortunadamente, ningún país al día de hoy puede asegurar la igualdad de género en la fuerza laboral. Por esto, resulta fundamental cambiar las leyes y las instituciones, pero también las actitudes y mentalidades de los ciudadanos. Empoderar a las mujeres, mediante su inserción a la fuerza laboral, es más que una simple acción de género, es una inversión en el crecimiento y desarrollo de las economías del mundo.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”